¡Hola!
¿Cómo estás?

Hoy te quiero hablar de responsabilidad y coherencia, con la vida, con nosotros y con los nuestros.

El día que aprendí que necesitaba tiempo para mi para poder ser mejor madre, algo cambió. Porque al principio te pierdes. Yo me perdí. Cuando eres madre pasas por un proceso de transformación como persona y como mujer en el que debes reencontrarte con esa nueva tu, integrando la maternidad en ese proceso de identidad. Hay que intentar buscar espacios para nutrirnos, para recibir, para nosotras, así podremos seguir dando y entregarnos, seguir nutriendo a nuestros hijos.

Porque si no lo hacemos acabamos enfadándonos, con nosotras mismas primero y con los que nos rodean después, con nuestros hijos, con nuestra pareja, con nuestra madre. Acabamos gritando, desconectándonos, y sintiéndonos culpables acto seguido. ¿Tanto nos cuesta hacernos cargo de nosotros mismos?

Hay una cosa muy importante que debemos tener en cuenta, nadie nos hace enfadar, ni gritar,.. Somos nosotros los que no tenemos los recursos suficientes siendo incapaces de controlarnos y acabamos perdiendo los papeles.. Y sí, es de todo menos fácil. No es fácil calmarse cuando no se quieren vestir por la mañana y tenemos el tiempo justo, cuando no quieren ir a dormir cuando “toca” porque no tienen sueño o tienen sueño pero les apetece más jugar, o cuando no quieren cenar porque ese día no tienen hambre o no les apetece lo que hay, cuando gritan y lloran,… Ellos viven en un mundo paralelo donde, aunque no nos lo parezca, nos hacen muchísimo caso cada día; van al cole las horas que nosotros queremos, casi siempre acaban comiendo lo que les ponemos, yendo a dormir a la hora que nosotros decidimos, y cumpliendo con un sinfín de obligaciones que no entienden ni necesitan porque son “nuestras” obligaciones y adaptamos su vida a ellas. Estamos en un sistema que no está pensado para el ritmo de los niños, vivimos en un mundo de adultos en el que ellos deben adaptarse a nosotros en vez de nosotros a ellos.

Todo esto lo digo para que tomemos conciencia e intentemos respetarles al máximo; tanto sus necesidades y sus ritmos, como sus elecciones y sus decisiones. Bajemos el nivel de exigencia, demosles más valor, protegemosles sin sobreprotegerles, pongamosles límites sin limitarles. Si queremos que nos escuchen y nos respeten, que sean adultos autónomos, que tomen sus propias decisiones seguros de sí mismos debemos dar ejemplo con nuestras acciones. Y aunque muchos días nos parezca que no sirve de nada, si sirve y mucho, estamos construyendo un fondo de reservas para toda su vida.

Os dejo con una frase del precioso libro que os recomiendo muchísimo; Infancia, la Edad Sagrada de Evânia Reichert.

“Años sensibles en que nacen las virtudes y los vicios humanos”.

Que bonito seria poder responsabilizarnos de nuestras carencias, de nuestras sombras para no transmitirselas a nuestros hijos. Autorregularnos primero si queremos criarles con autorregulación. Ser capaces de salir de nuestro egocentrismo para poder mirarles.

Con todo esto os deseo una súper semana santa, son días intensos de muchas horas en familia, así que disfrutar y respirar mucho.

Un fuerte abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comienza por mi Ebook y mi Podcast

30 recursos esenciales para vivir desde el autocuidado y el empoderamiento, más un podcast de meditación. Descárgalo gratis ahora.